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 Yo también he sido amiga de la nostalgia Hija de la esperanza He mirado a los ojos Las promesas rotas Las segundas oportunidades Surgiendo de besos en la boca También he paseado Una, dos y cien veces Por las mismas veredas Que se me figuraban eternas Trazando el camino con lágrimas,  Miraba hacia el cielo esperando un reencuentro Tender la mano al recuerdo Pero por el camino me has abandonado Taciturno y enmudeces Las charlas ya no son lo que parecen Te tiendo la mano y no la coges Te grito "Será mejor si estás conmigo" Pero las horas han pasado La pesadilla ha acabado Me he levantado sudando No era tu sexo saliendo del mío Ni tu piel rozando con brío Éramos ambos, hablando Delante de una taberna Soñando Que algún día alguien nos querría Que algún día sería el resto de nuestras vidas

En plan despedida

Érase una vez la noche, el bullicio el desborde, como en una eterna fiesta de solsticio. Ahora silbas entre el silencio, y las luces del camión de los deshechos; el revólver cargado y la mirada hacia un lado. No quieres verlo, ni puedes creerlo: tu castillo de naipes al viento,  reposa ya en nostálgico sentimiento. De las reuniones pasadas, las fechas anotadas, de aquel cigarrillo en tus manos, echados en el césped de los patios más lejanos. Por los anillos se divisaba el ocaso: una, y dos, y mil vidas, que nunca volverían; tras echar un tupido velo, y olvidar recorrer el mundo entero.

Los años más perdidos de nuestra vida (II)

Entonces: ¿qué es lo que hay que saber de los modernistas? Que son tipos que se masturbaban pensando en su propio intelecto, para luego vomitar encima de unos folios en blanco y querer hacernos creer en la profundidad de sus letras. Vas duro, ¿qué te han hecho los pobres? Azorín en particular, escribir ese bodrio de libro que tengo que leer esta puñetera noche si logro mantenerme despierto a base de… Trescientos cafés y trescientos cigarrillos. Ya lo sé. Lo sabemos todos. Sabes que no te pasaría eso si… “Si estudiaras cuando toca”. Que ya lo sé. Pero coño: de momento este es mi método, y funciona. Lo que tú digas. Qué borde eres. Y tú un arrogante. ¿Por qué me dices eso? Mientras el resto debíamos hacer tetris con nuestras agendas para hincar codos en la sala de estudio con dos semanas de antelación al examen, él presumía del don de poder bastarse de una atenta lectura y ocho horas del tirón para sacar no un aprobado sino una matrícula de honor. Era algo que me generaba una rabia treme

Los años más perdidos de nuestra vida (I)

Llegué al pueblo acalorada. Por fin, después de dos meses de trabajo bajo el sol candente, podía permitirme un descanso. Ese verano había conseguido un trabajo rentando patinetes eléctricos en una playa de la costa gaditana; que si bien no me había garantizado un gran sueldo, me permitía costear el alquiler de los siguientes meses en la ciudad donde cursaba mi master. La clientela era variopinta: familias con hijos insoportables, familias con hijos entusiastas, padres que eran arrastrados por sus hijos, padres déspotas, gente mayor cuya piel parecía ir a quedarse enganchada a los asientos del patinete, muchachos jóvenes, muchachos jóvenes y guapos… En fin, un trabajo de verano, entretenido, sin más. Además, en las horas de menos afluencia, se me permitía leer, lo que extrañaba e incluso causaba gracia a mis compañeras; pero que a mí me resultaba vía alternativa, fantasía escapatoria… Y por qué negarlo, me daba cierto halo intelectual que resultaba atractivo para cierto target consumido

Viajes...

  De una semana de diciembre de 2019 (I) Regresar Huele a café, huele a viaje: estoy en estación de Sants. Es curioso como algunos olores impresos en la memoria remiten a hechos de forma tan clarividente. Hay cola para pagar el billete, pero no me importa: regreso a casa. La gente se da codazos y empujones para encontrar asiento y sitio para dejar su maleta, yo, eventualmente, he logrado encontrar el vagón estratégico para evitar esta batalla. Reposo la cabeza sobre la ventana. Me da un poco de asco - a saber cuánta gente, con piojos y las manos sin  lavar, ha hecho eso también - pero me olvido rápidamente. Tan rápido como los párpados empiezan a pesarme. Tan fugazmente como las siluetas de los árboles hacen presencia y desaparecen ante mi mirada. Curiosamente, esto último permanece en mi cabeza y actúa como leit motif durante el resto del viaje. Así, intento buscar alguna banda sonora acorde que acompañe. Aquí se me presentan dos caminos: si la ocasión se presta - y esto quiere decir

Borrador

En una de esas noches En una de esas charlas Sobre suelo frío de cocina Te encontraste con mis brazos Los acariciaste con cuidado Me rozaste las manos Me robaste los labios Si las palabras se las lleva el viento Escritas nos condenan al sentimiento Decir la verdad o fingir la mentira La duda que me carcome día a día Qué mejor que conocernos al detalle Saber lo que al otro puede dañarle Romper corazones en añicos O abrazarlos tras varios suspiros Si yo supiera qué nos espera No me hubiese pasado la noche en vela Pendientes habrían quedado los besos Y las confesiones en verso Tras darle mil y un vueltas al hecho De que nos hemos condenado al sufrimiento Me despido susurrándote al oído Que aún así no me arrepiento.

(no) me quieres

Tú crees que puedes amar y desatar Como el nudo que sujeta La vela viento en popa. Una caricia de viento Me llega desde tus gritos Que no entienden la negativa. Porque tú crees que puedes llegar Y desarmar al caparazón escondido Bajo la arena En las profundidades del océano Me asomo y te repito que no